martes, 22 de julio de 2008

Análisis crítico de la EpC desde el punto de vista educativo | José Sáez

Análisis crítico de la EpC desde el punto de vista educativo | José Sáez
Publicado en Paraula, nº 1007, Domingo 20 al 26 de julio de 2008.

Los intolerables aspectos anticonstitucionales que conlleva la Educación para la Ciudadanía y la legitimidad de las formas de lucha contra la misma, ya han sido tratados extensamente por otros autores en este foro. Como Pedagogo, voy a colaborar con un modesto estudio crítico de los aspectos educativos –antieducativos más bien– de este desafortunado grupo de asignaturas obligatorias. Pido disculpas a mis colegas por el tratamiento minimalista de los temas a que me obliga la limitación de espacio.

Como ustedes comprenderán, los creadores de la EpC no han querido declarar sus intenciones doctrinarias de forma tan evidente que produjera una contraofensiva social y judicial mayoritaria. Por eso, el adoctrinamiento ético-moral que el Gobierno pretende realizar con la EpC, se presenta disimulado tras “inocentes” objetivos y contenidos, cuya astuta redacción exige una cierta agudeza pedagógica y jurídica para apercibirse de su verdadera intención. Donde mejor se ve es en los criterios de evaluación impuestos.

Los principales aspectos inaceptables que contiene la EpC, podemos agruparlos, sin ánimo de ser exhaustivos, bajo los siguientes epígrafes:

1. Exigencia de actitudes favorables, no sólo de conocimientos.

Llegando al máximo de tolerancia respecto a la EpC, podríamos llegar a admitir que a nuestros hijos se les informe de las nuevas realidades sociales y familiares que, nos gusten o no, están ahí. Pero los criterios de evaluación van mucho más lejos: los alumnos deben mostrar opiniones y actitudes favorables a las realidades que se les presenten, deben asumir que son correctas. En esto no podemos transigir. La educación en valores y actitudes éticas y morales de los hijos es asunto de los padres. La escuela debe continuar y ampliar esta formación, pero según la linea marcada por los padres. La sociedad democrática puede exigir respeto hacia las distintas opciones que no vulneren las leyes, pero jamás manipular nuestra personal valoración ética y/o moral. ¿No garantiza nuestra Constitución la libertad ideológica y religiosa, el libre pensamiento? Pues sí, lo hace, y es un derecho inviolable. No estamos en Cuba, afortunadamente.

2. Inducción a una doble moral: pública vs. privada.

Los gobernantes laicistas del PSOE llevan décadas intentando sacar la moral del ámbito público, para relegarla al ámbito privado de la conciencia individual. Y ahora, de repente, se sacan de la manga una “conciencia moral cívica” que hay que imponer a todos. Primero crean un vacío de criterios morales comunes y luego lo rellenan con un modelo moral a su imagen y semejanza. No podemos consentir ni una cosa ni la otra. La conciencia moral de la persona es única y se expresa unitaria y lícitamente, tanto en el ámbito privado como en el público. Dividir la conciencia moral en dos planos, uno personal y otro cívico, además de una estrategia típica de los regímenes totalitarios, es una barbaridad psico-educativa de primer orden, puesto que escinde la personalidad y la obliga a debatirse en una perniciosa y psicótica doble moral. Ocurre que, son tantos los políticos acostumbrados a ello, que ni se enteran de su galopante esquizofrenia.

3. Relativismo intelectual y moral.

Se trata de una perversa interpretación del sano pluralismo que debe caracterizar a una sociedad democrática. En la regulación de la EpC se esconde un relativismo radical que induce al desencanto escéptico. El relativismo intelectual propugna que no hay verdades universales, sino sólo particulares. Cada cual tiene “su verdad” y las de todos son igualmente válidas, lo que equivale a decir que ninguna es válida. El relativismo moral asevera que no hay criterios morales universales; cada uno tiene el suyo y basta. La moral se sustituye por la ley. Y, como la ley, en manos de legisladores laicistas, se dedica a inventar derechos para legitimar los caprichos de las minorías, resulta que no hay ningún axis moral sólido que oriente la conducta. En los criterios de evaluación de la EpC se aprecia con claridad una metodología que conduce a ambos tipos de relativismo, basada en el “busque, compare y quédese con lo que más le guste”.

4. Constructivismo pedagógico y moral.

El constructivismo es uno de los pilares pedagógicos que tienen el honor de haber creado una generación, casi dos, de analfabetos funcionales. Supone que el alumno construye sus aprendizajes por sí mismo y por sus propias experiencias. El resultado es que no saben apenas nada. No hace falta acudir al informe PISA, que nos pone a la cola de Europa; pregunten a cualquier jovencito y compruébenlo. La “autorrealización” (o “autopoiesis”) forma parte de la cultura popular. Aquello de “yo me he hecho a mí mismo”, se estima como un valor. Y no es más que una soberana estupidez, porque el hombre ni se construye, ni se educa, ni se realiza a sí mismo, sin la concurrencia y la ayuda de los otros y, sobre todo, del Otro en mayúsculas: Dios. El constructivismo moral de la EpC obliga al alumno a construirse una conciencia moral y a reconstruir los valores del entorno para crear un sistema de valores propio. El resultado final: anomía total, sin valores, ni moral, ni mínimo común ético alguno.

5. Ideología de género.

Este es, entre otros, uno de los buques insignia de la armada laicista. La LOE obliga a que los alumnos deban Conocer y valorar la dimensión humana de la sexualidad en toda su diversidad. ¿A qué diversidad se refiere? ¿Acaso no somos simplemente hombres o mujeres? Se introduce aquí la llamada “ideología de género”, que rompe la distinción natural de sexo (hombre o mujer) y se acoge a la distinción artificial de “genero”, que no es más que un atributo gramatical (masculino, femenino y neutro). Eleva ese simple aspecto morfológico de las palabras a la categoría de clasificación de la “orientación sexual” humana e inventa y reconoce 6 nuevos “géneros”: heterosexual, homosexual, lesbiana, bisexual, transexual e indefinido. Y siguen inventando otros. Si a alguien le parece bien esa ideología, con su pan se la coma, pero que no la imponga.

Hasta aquí mi sucinta redacción. No quiero pasar de las mil palabras, que es el umbral de lo digerible para un artículo. Los temas merecían mayor y mejor desarrollo y muchos otros se quedan en el tintero. Al menos, les he dibujado unas pinceladas impresionistas para ojear el panorama y reflexionar un poquito. Espero haberlo conseguido.

José Rafael Sáez March.

Pedagogo. Psicopedagogo de la GV y Profesor de la UCV. Colaborador de la Asociación Católica de Maestros. Miembro de VAEL (Valencia Educa en LIbertad)

3 Respuestas a “Análisis crítico de la EpC desde el punto de vista educativo”


  1. 1 nieves lopez soler

    Me gustaria preguntar a aquellos que no estan de acuerdo con esta asignatura, si realmente han echado un vistazo profundo a los contenidos y objetivos que aparecen en los libros de texto de EPC, para saber concretamente que se critica y cual deberia de ser, desde su otro punto de vista, lo que pondrian en su lugar, y que ademas no caigan en los 5 aspectos inaceptables que comentas.
    gracias
    Yo tambien soy pedagoga, por eso me interesa tu reflexion

  2. 2 José Sáez

    Lo que me preguntas es muy largo de responder. Si te interesa el tema y has realizado un estudio serio de la LOE y los tres Reales Decretos que la desarrollan, puedes y debes forjarte tu propia opinión. En cuanto a los libros de texto, hay de todo, desde los más radicalmente comecocos de la ideología oficial laicista, pasando por algunos más neutrales ideológicamente, hasta otros más cercanos a la doctrina católica. El problema central, por tanto, no está en los libros, sino en la LOE y los Reales Decretos que la desarrollan, los cuales establecen el currículum mínimo a seguir en todas las CCAA.

    Te resumo muy brevemente mi opinión sobre la EpC tal y como aparece en estos Reales Decretos.

    La EpC contiene, a mi juicio, tres áreas temáticas distintas:

    a) Formación sobre la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Constitución, estructura, funcionamiento e instituciones del Estado, etc. Salvo algunos matices, que oscurecen la neutralidad ideológica del tratamientro de estos temas, nada que objetar. La única pega importante es que esos contenidos ya están contemplados en el área de Geografía e Historia y es una estupidez repetirlos casi calcados en otra asignatura.

    b) Formación cívica en algunos aspectos de lo que antiguamente se llamaba “urbanidad”, esto es, unas normas de comportamiento social básico (deferencia con los ancianos, compatir la tareas domésticas, y un larguísimo etc.). Este área, que es la que más interesa a la sociedad en general y que tendría el consenso de la casi totalidad de los padres, es la peor tratada en la EpC, que apenas contiene objetivos y contenidos al respecto. En mi blog puedes leer un artículo al respecto, titulado Educación Cívica en vez de Educación para la Ciudadanía.

    c) Educación en temas afectivos, emocionales, éticos y morales, en una línea ideológica gubernamental muy concreta: el socialismo real y el laicismo radical del gobierno de turno. Este aspecto, claramente visible sobre todo en los criterios de evaluación, es el que no podemos tolerar de ninguna forma, ni aunque el contenido fuese la mismísima biblia en pasta.

    No es un tema católico, es un asuto que afecta a la libertad y a los derechos fundamentales de todos los españoles, recogidos en nuestra Constitución. Nadie puede imponer a la fuerza, mediante asignaturas obligatorias, ni de ninguna otra forma, ninguna ideología o religión concretas. Por eso la religión es asignatura optativa.

    La EpC es un atropello que vulnera los derechos y libertades que configuran el Estado de Derecho, que tanto esfuerzo, sudor y sangre ha costado construir a lo largo de la Historia. Es un retroceso hacia un modelo totalitario de Estado, que siempre pretende adoctrinar las conciencias de la gente a su imagen y semejanza. Como pedagoga sabrás que los poderes públicos siempre tienden a controlar la educación para perpetuarse en el poder y reproducir su régimen. En esta ocasión, como en tiempos de Franco, los gobernantes han vuelto a imponer una asignatura ideológica de forma obligatoria.

    Hoy puede parecer que la EpC sólo afecta a los católicos (y los miembros de otras religiones), pero mañana, quizá con otros en el poder, tendrán la vía abierta para imponer cualquier otra cosa. Por eso hay muchos objetores de conciencia agnósticos y apolíticos. Porque así comenzaron los regímenes totalitarios fascistas y los estalinistas. Y otros muchos en el pasado. El pueblo, hipnotizado por sus carismáticos líderes, ni se dio cuenta, hasta que fue demasiado tarde. Sólo la Historia nos a revelado el mal que causaron todos ellos, sin excepción.

    En mi artículo he reflejado algunos de los graves problemas pedagógicos y hay muchos más que no he podido comentar por falta de espacio. Pero el tema de fondo es más grave, como te he comentado, porque lleva detras un cambio de modelo de Estado y de Sociedad, llevándose por delante la libertad de pensamiento, de ideología, de religión y de conciencia, e imponiendo un pensamiento único estatalmente obligatorio. Puedes leer otro articulo que publiqué en este blog, titulado EpC: En camino hacia un neo-totalitarismo.

    Por ahí no estoy dispuesto a pasar. Tú misma.

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